Esta famosa historia tiene su origen en Plato, Magdalena. Saúl Montenegro, un hombre muy enamoradizo, buscaba siempre la oportunidad de ver a las mujeres cuando se bañaban en el rìo Magdalena. LLegó a tanto, que un día marchó a la Guajira, en busca de un brujo, que finalmente le entregó dos pócimas mágicas.

De regreso a Plato, Saúl invitó a uno de sus amigos para probar las pócimas. Una era un líquido que lo convertiría en caimán y la otra, lo volvería a la normalidad. Saúl se metió al agua y su amigo le roció el líquido de la primera botella, se sumergió y al poco rato salió convertido en caimán; su compañero espantado dejó caer la segunda botella, con tan mala suerte, que el líquido se derramó y solo unas pocas gotas cayeron en la cabeza del caimán y el resto se perdió en el agua. Desde ese día Saùl tiene cabeza de hombre y cuerpo de caimán.